El utilitarismo de la religión
¿Es lo mismo magia que religión?
Si nos posicionamos en el funcionalismo, todo rasgo cultural tiene una finalidad y perdura si resulta útil a la sociedad que lo contiene. Tanto la magia como la religión comprenden un conjunto de ritos y creencias que sus practicantes consideran útiles. Aunque la magia es anterior a la religión y muchos consideran a ésta como una forma evolucionada de la magia, hoy en día ambas coexisten y conviven.
Si nos posicionamos en el funcionalismo, todo rasgo cultural tiene una finalidad y perdura si resulta útil a la sociedad que lo contiene. Tanto la magia como la religión comprenden un conjunto de ritos y creencias que sus practicantes consideran útiles. Aunque la magia es anterior a la religión y muchos consideran a ésta como una forma evolucionada de la magia, hoy en día ambas coexisten y conviven.
Malinowski en Magia, ciencia y religión se refiere a las diferencias entre magia y religión desde un punto de vista funcionalista por lo que reconoce su utilidad:
"Pues bien, ¿qué es lo que distingue la religión de la magia? Hemos tomado como punto de partida una distinción sumamente definida y tangible; hemos definido a la magia dentro del dominio de lo sacro, como un arte práctico compuesto de actos que son, tan sólo, medios para un fin definido que se espera para más tarde; la religión viene a ser un corpus de actos autocontenidos que ya son, por sí mismos, el cumplimiento de su finalidad. Ahora podemos seguir esta diferenciación hasta sus implicaciones más profundas. El arte práctico de la magia tiene su técnica limitada y circunscrita; el hechizo, el rito y el estado del que los celebra forman su repetida trinidad. La religión, con sus complejos aspectos y propósitos, no cuenta con una técnica tan simple y su unidad no puede verse ni en la forma de sus actos ni siquiera en lo que constituye su tema, sino, por el contrario, en la función que cumple y en el valor de su credo y ritual" (1993: 32).
"Pues bien, ¿qué es lo que distingue la religión de la magia? Hemos tomado como punto de partida una distinción sumamente definida y tangible; hemos definido a la magia dentro del dominio de lo sacro, como un arte práctico compuesto de actos que son, tan sólo, medios para un fin definido que se espera para más tarde; la religión viene a ser un corpus de actos autocontenidos que ya son, por sí mismos, el cumplimiento de su finalidad. Ahora podemos seguir esta diferenciación hasta sus implicaciones más profundas. El arte práctico de la magia tiene su técnica limitada y circunscrita; el hechizo, el rito y el estado del que los celebra forman su repetida trinidad. La religión, con sus complejos aspectos y propósitos, no cuenta con una técnica tan simple y su unidad no puede verse ni en la forma de sus actos ni siquiera en lo que constituye su tema, sino, por el contrario, en la función que cumple y en el valor de su credo y ritual" (1993: 32).
La religión pretende el orden por encima de todo. Harari en su obra Homo deus lo explica así:
"[...] la religión la crean los humanos y no los dioses, y se define por su función social y no por la existencia de deidades. La religión es cualquier historia de amplio espectro que confiere legitimidad superhumana a leyes, normas y valores. Legitima las estructuras sociales asegurando que reflejan leyes superhumanas" (2016:205).
Esta visión utilitarista de la religión permite considerar religiones a la religión civil de los Estados-naciones, al humanismo, al capitalismo y al catalanismo (por ejemplo).
"[...] la religión la crean los humanos y no los dioses, y se define por su función social y no por la existencia de deidades. La religión es cualquier historia de amplio espectro que confiere legitimidad superhumana a leyes, normas y valores. Legitima las estructuras sociales asegurando que reflejan leyes superhumanas" (2016:205).
Esta visión utilitarista de la religión permite considerar religiones a la religión civil de los Estados-naciones, al humanismo, al capitalismo y al catalanismo (por ejemplo).
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