El padre que parió. Etiquetando por el sexo

¿Quién decide cuál es nuestro sexo?

En el comienzo de la vida de una persona, nos encontramos con un humano de profesión sanitario examinando al individuo recién nacido (podría ser Thomas Beatie) y con un parte médico de alumbramiento (o documento similar) en el que dispone de dos únicas casillas para marcar con una equis (Varón o Mujer).

Pero, hemos visto (en la anterior entrada) que hay al menos 5 sexos biológicos con sub-variantes importantes y que la apariencia de los genitales no siempre es definitoria.

A Thomas Beatie le colocaron la equis en ´'mujer' y sus padres le impusieron el nombre de  Tracy. Dicho de otra manera se obvia la esencia del individuo y se condiciona su existencia.


Queda claro que el sexo social es un constructo cultural y que se trata de una imposición de la sociedad a la clase médica y, lo que es peor, al individuo “etiquetado”.

La relevancia de la determinación del sexo social se comprende si consideramos que es la base en que se articula el género social.

Comentarios

  1. Creo que el problema no es tanto la asignación de sexo que se hace al individuo al nacer como la importancia que damos en ciertas culturas a esa asignación (o "etiquetado", si se quiere).
    Ciertamente, la naturaleza es multiforme, definir como posibles sólo dos sexos es reduccionista. La fisiología nos ha informado de la existencia de que hay variedad en la dotación cromosómica de los seres humanos. Existe el hermafrodita, la triple X, la fórmula XYY, y algunos tipos más.
    Pero, sobre todo, está lo que podríamos llamar el "sexo mental". Si hay variedad en cuanto a los físico (el "hardware" del ser humano), la variedad mental sí que es infinita. ¿Por qué un individuo que ha nacido con rotunda configuración varonil se siente mujer? Quizá sea un problema (o no-problema) del que se deba ocupar la psicología, pero está claro que ni el estado ni menos ningna confesión religiosa debe forzarle a desempeñar un rol social con el que no está a gusto. Vivimos en el mundo de la libertad, y declaramos la libertad del individuo para elegir el proyecto vital que va a desarrollar.
    El fondo del problema está en que es difícil aceptar la plena libertad ajena. El pensamiento humano fluye con más comodidad por cauces aparentemente lógicos que no requieran grandes esfuerzos mentales.
    Recuerdo una película de Neil Jordan (Mona Lisa) uno de cuyos personajes, ante un caso de lesbianismo, dice: "Un hombre y una mujer se casan, forman una familia y tienen hijos. Pero dos mujeres..." Lo cierto es que, en la película, el presonaje en cuestión ha tenido una vida que es cualquier cosa menos razonable.
    Interesante seguir indagando en la cuestión. Las actitudes "políticas" (sí, políticas) de los individuos dependen de un grande y complicado conjunto de motivaciones. Por ejemplo, la estética, la cosa más arbitraria y variable del mundo. O la necesidad de ser aceptado en un entorno. O de obtener el reconocimiento de un colectivo social. O el miedo a la soledad, una especie de necesidad de estar seguro de algo, etc. etc. etc.

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