El alma compartida

¿Se puede compartir el alma?


El alma integrada y el alma mortal, descritas en las anteriores entradas del blog, suponen un paradigma que puede ser probado o falsado (condiciones estas que impone Popper a toda teoría para que se pueda considerar científica).

El modelo se opone frontalmente al planteamiento tradicional escolástico y, en general, a cualquier modelo basado en creencias.

Javier San Martín Sala, en Antropología filosófica, cuando se refiere a la crítica filosófica expresa:

"En realidad lo que se quiere rechazar [en el existencialismo] es el planteamiento tradicional escolástico de que el ser humano es una esencia metafísica (animal racional), que luego se realiza en una esencia física, un compuesto de un cuerpo material y un alma espiritual de sustancia indivisible y por tanto incorruptible y de ahí inmortal. La tesis existencialista convierte este planteamiento en inviable porque ese compuesto eventual podría no ser racional, si, por ejemplo, no convive con otros hombres hasta aprender su lenguaje y su identidad" (2010: 93).

El ser humano, para serlo, necesita de otros seres humanos. El niño, cuando nace, está dotado para adquirir conocimientos, costumbres y valores pero no puede hacerlo solo. Necesita ser socializado para desarrollarse. 

Así, llegamos a la existencia de un alma compartida por todos los seres humanos con fundamento en lo que es un postulado fundamental para la antropología: LA UNIDAD PSÍQUICA DE LA HUMANIDAD (Velasco, 2005:519 sig.).

Sólo podría considerarse que el alma compartida es inmortal si se cree que la especie humana lo es.

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