El nacimiento de Cronoteo
Cronoteo no siempre se había llamado así. Cuando nació no tenía nombre, ni idioma, ni ideología, ni creencias. Era portador del ADN mitocondrial de su madre y de una combinación aleatoria de los genes de su padre y de su madre. Traía un bagaje genético que le permitiría adquirir habilidades y conocimientos humanos… si era convenientemente socializado.
El cerebro de Cronoteo todavía no estaba “configurado”. Por eso, como ni siquiera sabía hablar, sus padres tomaron por él las primeras decisiones.
Los padres de Cronoteo creían en los dogmas de una religión monoteísta cuyos preceptos se derivaban de un libro sagrado. Para recibir el premio final después de la muerte, era indispensable someterse al rito de ingreso en la religión de sus padres. En caso contrario si Cronoteo moría ingresaría en un lugar llamado limbo (que, por cierto, pasados los años fue clausurado por el sumo especialista de lo sagrado).
El rito de ingreso en la religión de sus padres incluía la asignación del nombre de uno de los dioses menores (aunque la religión era monoteísta) que podían hacer milagros e interceder por él ante el Dios supremo. Consideraron que un nombre apropiado sería el de Doroteo.
El pequeño Doroteo no se hacía preguntas, la verdad estaba en lo que le decían sus padres. Se iba impregnando de la lengua materna, de las creencias y de los saberes de sus padres… iba siendo culturizado (en la cultura de sus padres).
Las creencias de sus padres no le hacían ningún daño. Le enseñaban a portarse bien, decir la verdad, no pelearse con sus hermanos y amigos, respetar la propiedad de los otros...
En el tiempo de Doroteo no había ningún tipo de predeterminación. El conjunto de genes de que era portador (exceptuando algunos detalles como color del pelo y de los ojos, grupo sanguíneo, etc.) se expresarían únicamente en función del azar, del medioambiente y de su forma de vida, que también condicionarían su longevidad. Como nada estaba predeterminado, él era el único responsable ante sí mismo y el resto de los humanos, de sus acciones y omisiones.
Doroteo podía y debía cambiar en su vida (en su tiempo) todo lo que quisiera y pudiera y cambió su nombre por el de Sinteo
No quiero cansarte; otro día te contaré más.
Orozco F. 2015
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Sí, tal vez no se nos ocurra pensar lo que nuestros hijos e hijas quieran en el futuro, simplemente les inculcamos lo que nos ha sido inculcado.
ResponderEliminarPor algo se empieza. Lo mejor es enseñar a pensar libremente.
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