Nacionalisto y Nacionatonto


Nacionatonto era una persona que creía que vivía en el centro del universo. Un amigo antropólogo le había dicho que viajando se curaba el nacionalismo y se mejoraba mucho del etnocentrismo. Pero él no reconocía su enfermedad y pensaba que si viajaba más de lo indispensable podría contraer el virus del universalismo que tanto daño causa al localismo.

Desde pequeño le habían explicado que la cultura de su nación era la más rica existente y que los OTROS solo pretendían agobiarla, asfixiarla, eliminarla. No se atrevía a declararse racista, pero su xenofobia era patente.

No tenía muy claro dónde estaba el origen de su nación, pero le habían explicado que su origen se perdía en la noche de los tiempos y que la historia que contaban los demás era falsa y malintencionada. Por eso no quería que sus hijos aprendieran otras lenguas, porque podían ser engañados respecto a la pureza de su origen y la magnificencia de sus ancestros.

Sólo acudía a asociaciones y centros donde se exaltaban las virtudes de su cultura, centradas fundamentalmente en su folclore. Allí su espíritu gregario, típico del ser humano, le hacía sentirse seguro y reconfortado.

Seguía ciegamente a sus líderes porque le habían explicado que su nación constituía una unidad de destino en lo universal y que estaba llamada a difundir sus valores, creencias, cosmogonía y concepción del mundo, aunque para ello fuera necesario someter (incluso matar) a los OTROS.

Nacionalisto pertenecía a una elite de intelectuales afines a los oligárquicos y constituía un instrumento inestimable para los objetivos de estos.

Era un retrógrado convencido. Adoraba las diferencias de su cultura y creía que había que potenciarlas y exaltarlas por encima de las pobres manifestaciones culturales de los OTROS.

Sabía que para salvaguardar su cultura y fomentar el nacionalismo, era imprescindible actuar en la zona emocional de los cerebros de sus seguidores. Para ello era necesario:
  • Tener una lengua común diferente de las existentes en su entorno. Esto podía conseguirse prohibiendo hablar un idioma diferente al oficial (si no existe hay que inventárselo).
  •  Reescribir la historia para eliminar todo lo que pueda significar proximidad u orígenes comunes con otras naciones y resaltar (incluso inventar) todo lo que pueda fomentar la xenofobia.
  • Realizar una puesta en valor de una selección de tradiciones reales e inventadas que remarquen la idiosincrasia nacional.
  • Subvencionar todo tipo de asociaciones adictas a su ideología y que fomenten la exaltación del folclore propio.
  • Convencer a todos de que la independencia es necesaria para ser libres y escapar de la supuesta opresión. (Este punto era el de mayor interés para los oligarcas que patrocinaban a Nacionalisto ya que la independencia es la única forma de escapar a fiscalizaciones, control y posibles juicios por malversaciones y otros delitos).

Nacionalisto sabía que los cinco puntos citados eran imprescindibles en la fase de consolidación y que si tenían la suerte de pasar a la fase de expansión sería necesario:
  •  Imponer la propia religión como única verdadera,  eliminando si fuera necesario, a los infieles, y
  • Llegar al genocidio de sus opositores, especialmente a los que perjudicaran a su economía.

Nacionatonto vivía en el perfecto desconocimiento de los fines y objetivos de Nacionalisto y de que no era más que un instrumento de la oligarquía. Tenía muy difícil salir de la jaula construida por Nacionalisto.

Otro día te contaré sobre Nacionartero. Se trata de un oscuro personaje involucionista, que suele acompañar a Nacionalisto y Nacionatonto en los nacionalismos culturales, cuyo primer objetivo es subvertir el orden establecido.

Orozco, F. 2015



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