Las asambleas vecinales en la política

¿Hay otra forma de elegir representantes políticos?

Guillermo Sullings, en Introducción a la democracia real, propone un sistema de representación en cuya base están las asociaciones de vecinos, que deciden quién se encargará de la gestión política, conservando la capacidad de destituirlo en cualquier momento:
"La crisis de representatividad e institucional ha generado un comprensible rechazo por parte de la gente hacia las estructuras organizadas. Este fenómeno en un primer momento favorece a los crápulas, ya que sus estructuras corruptas siempre serán más fuertes que los ciudadanos aislados. Sin embargo, en la medida que la desestructuración avanza, se agudizan las divisiones entre las cúpulas y esas fisuras pueden permitir el avance de nuevas formas organizativas por parte de la gente. Pero ante esa posibilidad, el desafío consiste en que la gente pueda conformar un nuevo tipo de estructura organizativa que permita canalizar la voluntad de las mayorías. Las asambleas vecinales seguramente son el indicador de que puede surgir el germen de una nueva organización, pero deberán superar la etapa del espontaneísmo y de la deliberación excesiva… "(Marquina, 2009:84).
El principal problema que tiene esta modalidad de representación es que en las relaciones de las asociaciones de vecinos las ideas dominantes no suelen ser las de la mayoría. Si esto es así el sistema resulta un generador de desavenencias e incluso violencia.

Las asambleas de vecinos se convertirían en un escenario político microcósmico en el que sería normal la orientación hacia la consecución de fines, las estrategias manipuladoras, las maniobras para conseguir el poder, etc. realizadas por facciones, camarillas y élites en interacciones cara a cara de difícil regulación normativa (Lewellen, 2009: 139).

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