El mitin político como exhibición
¿Para qué sirve un mitin político?
El mitin político actual está muy lejos de ser una asamblea de intercambio de opiniones (meeting). Más bien se trata de una exhibición de fuerza que sirve para alentar a los afiliados y simpatizantes del partido del candidato, que se crece ante el apoyo de sus incondicionales y cuyo discurso suele adoptar el tono de los sermones del siglo pasado.
El mitin político actual está muy lejos de ser una asamblea de intercambio de opiniones (meeting). Más bien se trata de una exhibición de fuerza que sirve para alentar a los afiliados y simpatizantes del partido del candidato, que se crece ante el apoyo de sus incondicionales y cuyo discurso suele adoptar el tono de los sermones del siglo pasado.
Marc Abélès en La antropología política: Nuevos objetivos, nuevos objetos lo explica así:
[…] "el mitin, en su desorden, en su agitación y quizá en su sometimiento, no deja de ser el arma predilecta del debate político de la campaña electoral", señala Pourcher (1990: 90)…Todo gira en torno a la relación que se establece entre esta colectividad [el pueblo] cuya tarea consiste en aplaudir, en gritar nombres y eslóganes, y los oficiantes cuya obligación es alentar constantemente el entusiasmo popular. Efectos publicitarios, promesas, polémicas a las que responden aplausos o abucheos: el mitin tiene que ser un verdadero espectáculo. La puesta en escena, el decorado, las músicas, las posturas, todo contribuye a la construcción de la identidad distintiva del candidato. El mitin tiene que ser un momento cumbre en el cual se ponen todos los medios para crear a la vez una comunión en torno al orador y expresar la firme voluntad de "hacer frente" y de "derrotar" a todos los demás candidatos, que para los participantes son adversarios (Marquina, 2004: 61).
Solo cabría matizar que los abucheos son rarísimos ya que se trata de una especie de fiesta privada con cargo a los fondos del partido que en buena parte proceden del erario público. Un aspecto interesante de los mitines actuales en España es que en ellos se produce una conversación 'cronotópica'. Es decir, el oficiante se dirige a su oponente (que no está presente) y éste le contesta otro día y en otro lugar.
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