Crisis de la democracia formal
¿Hasta qué punto influye la corrupción en las elecciones?
Muchos se preguntan por qué la gente sigue votando a partidos con un alto grado de corrupción y con un gran número de imputados y condenados. Las razones hay que buscarlas en el clientelismo, el amiguismo, la complicidad y la costumbre, entre otras. Pero también hay que tener en cuenta la fidelidad a una ideología (a veces imaginaria) que hace votar más que a favor de un Partido, en contra de otro.
Muchos se preguntan por qué la gente sigue votando a partidos con un alto grado de corrupción y con un gran número de imputados y condenados. Las razones hay que buscarlas en el clientelismo, el amiguismo, la complicidad y la costumbre, entre otras. Pero también hay que tener en cuenta la fidelidad a una ideología (a veces imaginaria) que hace votar más que a favor de un Partido, en contra de otro.
Guillermo Sullings en Introducción a la democracia real cree que en la democracia formal esto es inevitable:
"Sería un error de apreciación considerar que la crisis se limita a la representatividad de algunos funcionarios o políticos, y que si los reemplazamos por otros solucionaríamos la crisis. Desde luego que cuando un sistema se corrompe, los peores se instalan en la cima, y desde luego que hay que sacarlos de allí, pero cuando la crisis es del sistema, cualquier recambio será más de lo mismo" (Marquina, 2009: 78).
El mismo autor considera que la solución está en la instauración de un sistema de democracia real en el que los ciudadanos conservan siempre el control de la política:
"Cuando hablamos de democracia real, nos referimos a que las decisiones de la gente debían ser vinculantes y sobre temas centrales, no solamente sobre secundariedades. La gente no debe limitarse a peticionar, o a exigir, ni mucho menos a pedir por favor a sus representantes. La gente debe ejercer su poder soberano, y para ello hace falta una organización que funcione como polea de transmisión de la voluntad general hacia el representante que ejecuta e implementa, pero además de la organización, debe existir en la gente la vocación por ejercer su poder legítimo" (Marquina, 2009: 101).
No obstante, hay dos cuestiones importantes: la corrupción es inevitable y la participación directa de los gobernados en política es prácticamente imposible en niveles superiores a pequeños municipios. Y por otra parte, ¿es posible la democracia real en un mundo real? El ideario del partido humanista es muy atrayente y sería perfecto con una condición necesaria y suficiente: que sea adoptado por todos los países del mundo. En caso contrario es solo un sueño, un magnífico sueño.
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