La fidelidad de Candidato

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Candidato era un ser humano que se había presentado a unas elecciones para gobernar.

Candidato se presentaba para su elección en la circunscripción territorial-administrativa que había decidido su partido aunque nunca hubiera vivido en ella. Si la gente elegía la lista en la que figuraba, tendría acceso al poder.

Era el día anterior al de la votación (algunos lo llamaban jornada de reflexión). Ese día no estaban permitidas las actividades propias de la campaña y todos las personas candidatas lo dedicaban a descansar y a prepararse para las emociones del día siguiente.

Candidato estaba al borde del agotamiento. La campaña había sido muy intensa. Era una persona desconocida para la mayoría de los votantes y tenía que darse a conocer. Le había costado un gran esfuerzo pero había seguido fielmente la estrategia diseñada por su Partido:
  • vestir en la forma prescrita;
  • utilizar los gestos y posturas adecuados;
  • utilizar una oratoria tipo sermón;
  • mostrarse seguro de sí mismo, como ganador;
  • mencionar las “maldades” de los candidatos oponentes y de sus Partidos;
  • relatar los logros de la acción política de su Partido;
  • prometer lo que el Partido le ordenaba;
  • prometer ser fiel al cumplimiento del programa;
  • no salirse del guión bajo ningún concepto;
  • mostrarse cercano a la gente como nunca lo estaría fuera de campaña.

Mientras preparaba los dos discursos (en función del resultado) para el día siguiente, repasaba la historia de su militancia en el partido.

Candidato había entrado en el Partido con la recomendación de un familiar y empezó su colaboración realizando fielmente cuantas tareas le encomendaban. Una de ellas era pegar carteles. Ahora el partido pagaba a una empresa de publicidad que se encargaba de todo, pero en aquellos tiempos había que pegar los carteles por la noche.

El tiempo fue pasando y su cometido era dedicarse a tareas secundarias hasta que un día, gracias a su fidelidad, eficacia y conexiones consiguió figurar en una lista como suplente. No consiguió un cargo pero su posición fue mejorando y cada vez tenía responsabilidades de mayor importancia que iba cumpliendo fielmente.

Poco a poco fue tejiendo una red de fidelidades con las personas más fuertes del partido y evitando los “codazos” que se producían en la carrera. Así, llegó a ocupar la primera posición en la lista. A veces pensaba que hubiera resultado más cómodo ocupar una posición más discreta y con menos obligaciones y, además, casi siempre resulta más “rentable” ocupar un cargo político secundario.

Candidato tenía bien presente que si conseguía algún cargo, éste sería propiedad del Partido, al que debía fidelidad como contraprestación de los dones recibidos.

Pero no podía entretenerse pensando en estas cosas. Tenía que terminar los discursos y entregarlos para su revisión al equipo coordinador. Cuando se los devolvieran, tendría que aprendérselos para reproducir fielmente el que fuera adecuado, según los resultados obtenidos.

Si ganaba, la fidelidad al partido le supondría un alto precio a pagar.
(Orozco, F. 2015)



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Comentarios

  1. Me gustaría saber que precio tiene que pagar.

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  2. La falta de libertad.. el no ser el....

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  3. Hemos visto como algunos cargos políticos son obligados a abandonar su puesto y entregarlo a otro. Algunos han confesado que entregan sus dietas o parte de su sueldo a las arcas del partido. No pueden cumplir sus promesas si así lo decide el Partido. Tienen que formar alianzas con otros partidos aunque hayan prometido no hacerlo, etc. etc. etc.

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  4. Me pregunto si las actividades de Candidato han cambiado mucho respecto a su antepasado griego conocido como Sofista Demagogo.

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