El padre que parió. La profesión ¿esencia o existencia?
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La profesión es, fundamentalmente, un medio para obtener los recursos necesarios para poder vivir. Se pertenece a una profesión o se tiene una posición determinada.
Javier San Martín Sala, en Antropología filosófica, lo explica así:
"[...]la inmensa mayoría de las profesiones no son en ellas mismas un valor sino sólo un medio para 'ganarse la vida', es decir, un medio que vale para obtener un dinero con el cual ocupar un lugar en la sociedad. No se busca la profesión como valor estimado por la persona sino como medio. El valor final está en lo que se pretende lograr con lo que se obtiene con la profesión. Toda profesión es una confesión de pertenencia, reconocerse como perteneciente a un grupo al que se 'profesa' [...]" (2005: 323).
Con esto quedaría claro que la profesión o la posición social no pertenecen a la esencia del individuo y que son independientes, por ejemplo de su género social. Pero, además, esa profesión o posición ni siquiera son permanentes durante la existencia del individuo.
José Félix Tezanos, en su obra Los impactos sociales de la revolución científicotecnológica, dice:
"[...] ahora ya no se "tiene" un trabajo, o se "es" de una ocupación o profesión. sino que ahora se "está" o se "pasa" por un trabajo. por un "curro", de una manera que se entiende más accidental. De forma que hoy se puede ser una cosa y dentro de un tiempo otra, en empresas y actividades mucho más abiertas y fluidas y, sobre todo, con mucha menos capacidad de atribución de rangos, posiciones sociales y elementos de referencia en el conjunto de la sociedad" (2007: 34)
A pesar de lo dicho, el Instituto de la mujer publicó el año 1996 un repertorio de oficios, cargos y profesiones titulado De la A a la Z. Profesiones en femenino, realizado al margen del Diccionario de la lengua española por que según la autora, Eulàlia Lledó Cunill, “el diccionario académico no es un diccionario especializado en esta cuestión y, por tanto, en sus páginas no tiene por qué aparecer un buen número de oficios perfectamente ejercidos”.
El citado repertorio se basa en una consideración (equivocada) esencialista del oficio, cargo y profesión. Si estamos de acuerdo en que una persona puede, por ejemplo, trabajar hoy como albañil, mañana como electricista y pasado estar en “el paro”, estamos aceptando que el oficio no forma parte de su esencia sino de su existencia.
Así que podemos adoptar dos posiciones: una esencialista en que la persona es albañil y otra existencialista en la que la persona ejerce la profesión de albañil.
Si se adopta la posición existencialista podemos decir “la dentista y el dentista extraen dientes” o “el juez y la juez dictan sentencias” con lo que expresamos que hay una profesión (dentista o juez) ejercida por personas de distinto sexo.
Pero al adoptar el punto de vista esencialista el Instituto de la mujer ha optado por dotar de sexo a los oficios, cargos y profesiones para que estén en consonancia con el de la persona que “es” ese oficio, cargo o profesión y ahora, por ejemplo, tenemos dos profesiones (juez y jueza) ejercidos con exigencia de sexo.
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