El padre que parió. La a-filia y la o-fobia

¿Es la letra "o" un atributo masculino?



El lenguaje es una construcción de las personas que se establece por consenso, pero las formas que puede presentar no son inocuas. Worf, en la segunda proposición  sobre el relativismo lingüístico nos advierte que “la lengua no es un mero instrumento para la comunicación, sino que determina el pensamiento” (Velasco H, 2003: 278).

La primera de las  “Recomendaciones generales de utilización de las formas del femenino y del masculino en los oficios, cargos y profesiones” que se hace desde el Instituto de la mujer es: “Se eliminarán todas las fórmulas androcéntricas y sexistas para procurar asegurar la visibilidad de las mujeres de la mejor manera posible. Para garantizarla, se recomienda no utilizar en ningún caso el masculino como presunto genérico” (Lledó, E.).

Una inspección superficial de la publicación Las profesiones de la A a la Z, del Instituto de la mujer, permite observar que se acepta, para las mujeres, la antigua denominación de la profesión si termina en “a” pero no si termina en “o” en cuyo caso se cambia por “a”.


Nuevamente nos encontramos ante un lenguaje sexista ya que hace un discurso en el que se presta atención preponderante al sexo (cfr. DRAE).

Podemos aceptar que Thomas Beatie “era” mecánica y que ahora “es” mecánico, aunque eso nos llevaría a aceptar que la esencia de una persona es algo cambiante. Más complicado es el caso de Norrie May-Welby (como ejemplo tomado entre millones de personas en el mundo) ya que el Instituto de la mujer no ha propuesto una denominación para las profesiones que podría ejercer ya que no es mujer ni varón.

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