Homo senior. El cuerpo social


3.2. EL CUERPO SOCIAL

La visión de  la sociedad  como un organismo es aceptada universalmente desde las propuestas durkheimianas de solidaridad mecánica y solidaridad orgánica en las que se contempla su composición por miembros iguales y complementarios. Homo senior es inmune al desarraigo que Fericgla entiende como “la rotura o disolución de la red social del anciano” (Fericgla, 2002, pág. 178) porque forma parte de una red social en la que se incluyen los Centros y Asociaciones de personas mayores caracterizados por la solidaridad proxémica (Cucó i Giner, 2008, pág. 146) propia de las redes de proximidad incluidas en  el Tercer  Sector y que está basada en la economía del don.

Para el anciano las relaciones sociales, como resultado de la marginación y suplantación resultan más difíciles, en principio, ya que las redes sociales se impermeabilizan todavía más ya que la edad condiciona su aceptación. “Por un lado, la edad genera cohesión con los individuos del mismo grupo de edad y, por otro, a los ancianos les desconecta más aún de los de edades distintas” (Fericgla, 2002).

El aspecto más conflictivo de las relaciones sociales gerontológicas es el que se refiere a las mantenidas entre ancianos y otros grupos de edad. La causa del conflicto suele radicar en que la mayoría de contactos de ancianos con individuos más jóvenes se dan con sujetos del mismo grupo familiar (hijos, nietos, sobrinos). Con ellos, el anciano -y más aún el senil- establece un lazo de dependencia funcional o únicamente emocional, pero en último término dependencia. He explicado ya con anterioridad la distinta concepción que tienen los diferentes grupos de edad actuales sobre lo que es y representa la estructura familiar. Se trata de cosmovisiones dispares, incluso contrapuestas en determinados aspectos. (Fericgla: 204).

(En otro artículo contaré lo que me contaron)


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