Homo senior. Los ancianos en la crisis del Estado del bienestar
La crisis económica mundial actual lleva aparejada una crisis del Estado del Bienestar. Guillermo Alejandro I de Holanda, en su discurso del 17 de septiembre de 2013, explicó que para el Gobierno (liberal-socialdemócrata) el “clásico Estado del bienestar” se está transformando en una ‘sociedad participativa’ en la que los ciudadanos aumentan la responsabilidad sobre sus propias vidas” (LM/Agencias, 2013). En el mismo sentido, la Gran Sociedad del discurso del primer ministro Cameron en el Congreso anual de los Conservadores en el año 2010, implica que los individuos, familias y comunidades recuperen responsabilidades que había asumido el Estado. Además, las prestaciones ya no serán un derecho sino una ayuda cuyo objetivo es salir de la situación que las ha generado y que tendrán una contraprestación en forma de obligaciones (Soriano, 2013).
La actual situación es parecida a la que describe Johannes Obverbeek (1984, pág. 67) cuando dice:
“Malthus propugnaba una abolición gradual de la Ley de Pobres. En lugar de dar dinero a los pobres, recomendaba el uso gratuito de pequeños lotes de tierra que estuviesen fuera de cultivo. Además aconsejaba la creación de instituciones de ahorro y el desarrollo de programas educativos que enseñaran a los pobres cuáles eran las causas reales de la pobreza y cómo podrían proteger e impulsar sus propios intereses. El Parlamento Británico creó en 1832 una Comisión Real encargada de investigar el funcionamiento del sistema de la Ley de Pobres a fin de proponer algunas reformas… en 1834… se centralizó la administración de todo el sistema; se limitó la asistencia a los inválidos y los enfermos, etc, mientras que las personas sanas que solicitaran asistencia deberían entrar a trabajar… Entre 1831 y 1847, disminuyó cerca del cuarenta por ciento el número de miserables de Gran Bretaña”.
“Malthus propugnaba una abolición gradual de la Ley de Pobres. En lugar de dar dinero a los pobres, recomendaba el uso gratuito de pequeños lotes de tierra que estuviesen fuera de cultivo. Además aconsejaba la creación de instituciones de ahorro y el desarrollo de programas educativos que enseñaran a los pobres cuáles eran las causas reales de la pobreza y cómo podrían proteger e impulsar sus propios intereses. El Parlamento Británico creó en 1832 una Comisión Real encargada de investigar el funcionamiento del sistema de la Ley de Pobres a fin de proponer algunas reformas… en 1834… se centralizó la administración de todo el sistema; se limitó la asistencia a los inválidos y los enfermos, etc, mientras que las personas sanas que solicitaran asistencia deberían entrar a trabajar… Entre 1831 y 1847, disminuyó cerca del cuarenta por ciento el número de miserables de Gran Bretaña”.
Cabe preguntarse, en este punto, si en el futuro el anciano activo, es decir, la persona sénior, tendrá que complementar una pensión inferior a la actual con trabajos obligatorios de tipo remunerado o recibir una de mayor cuantía con la obligación de participar en trabajos voluntarios. También, si la persona senil deberá ser cuidada por su familia a cambio de un incremento en su pensión.
Es preciso hacer notar, al final de este pequeño viaje diacrónico y transcultural, que la vía rápida para llegar a la exclusión social es la pobreza. En cualquier sociedad, sea preindustrial o industrial, sencilla o compleja, la marginación por razón de la edad, género, sexo, sexualidad, etnia, costumbres o religión se ceba en los pobres.
Comentarios
Publicar un comentario