Mujeria y varonio

Cuando comenzaba mi trabajo de campo antropológico en los centros para personas mayores de Chiclana de la Frontera me pidieron que diera el "pregón" del día de Andalucía. Me pareció una buena idea para darme a conocer, lo que facilitaría mi trabajo.

Esto es lo que les conté:

El pueblo que simboliza la Bandera tiene una historia que ha sido ampliamente divulgada pero también hay otra que no se cuenta habitualmente… Los andaluces no hemos vivido siempre aquí.
La vida es sueño y no hace mucho tuve un sueño. En el sueño yo era un antropólogo social y cultural preocupado por la forma de vida de las personas que tenían “mucha edad”. Un día, en mi sueño, conocí a una pareja de mucha edad. Como los antropólogos cuentan lo que les han contado pero no dicen quién se lo ha contado, diré que se llamaban Mujeria y Varonio. Me contaron que se sentían muy orgullosos de ser andaluces pero que hace mucho tiempo (no sabían cuanto pero aseguraban que más de cien mil años) vivían en África y tenían la piel mucho más oscura que ahora.
Me contaron que eran cazadores-recolectores. Para alimentarse cazaban pequeños animales y, en un constante deambular, recogían los frutos y raíces que encontraban. Ellos tenían lo que se consideraba “mucha edad”, es decir, 35 ó 40 años y se les conocía y reconocía como ancianos. En aquellos tiempos ser anciano era la posición de estatus más elevada que existía. Los ancianos eran los que atesoraban el mayor nivel de conocimientos sobre su ecosistema. Sabían cómo cazar los animales y en qué lugares encontrar los frutos y raíces y conocían las plantas que les ayudaban a curarse o a mitigar los dolores. Como todavía no sabían escribir, las personas ancianas eran las encargadas de transmitir todos los conocimientos y costumbres tanto sobre lo natural como sobre lo mágico. Los varones y las mujeres vivían en plano de igualdad y compartían tareas y sus escasas pertenencias. No se había inventado la propiedad privada. Por aquel entonces su peor enemigo era el dios Tiempo. Tiempo se portaba de distinto modo según la edad de las personas. Cuando eran niños el tiempo los fortalecía y si no aparecía Enfermedad o Accidente (dos dioses terribles) iban mejorando hasta ser adultos. A partir de ese momento, a una edad comparable a los 20 años de hoy, aparecía Envejecimiento que los acompañaría hasta llegar al estado de senilidad, es decir, un estado físico y/o mental que los convertía en personas dependientes de los demás. Los ancianos activos eran queridos y respetados hasta que aparecía la senilidad. Los ancianos seniles eran alimentados y cuidados hasta que era necesario trasladarse por agotamiento de los recursos de la zona en que se encontraban y eran abandonados si no podían seguir al grupo. Varonio y Mujeria como eran ancianos activos eran felices. Un día se fueron a dormir y el dios Tiempo les jugó una mala pasada.
Cuando se despertaron estaban en otra época y en otro lugar. Mujeria y Varonio vivían ahora en un grupo de pastores. Los recursos se habían vuelto escasos. Ya no podían desplazarse por un territorio extenso porque otros grupos se lo impedían. Tuvieron que domesticar animales y plantas para sobrevivir. Las personas ancianas seguían siendo las que ocupaban la posición social más elevada por las mismas razones que en la época anterior y además porque eran las más ricas. El paso del tiempo les permitía aumentar sus rebaños y con ellos su poder económico. Se había inventado la propiedad privada y había que defenderse en los intentos de robos de los vecinos. Por lo tanto Varonio decidió que había que llevarse bien con los vecinos y una forma de hacerlo era casar a sus hijas con los hijos de ellos que entregaban a cambio un determinado número de cabezas de ganado. También empezó a fabricar armas para defenderse. A Mujeria le estaba prohibido tocar las armas ya que eran propiedad de Varonio. A Mujeria se le pedía que tuviera muchos hijos varones para cuidar y defender el ganado y muchas hijas para aumentar su número y mejorar las relaciones con los vecinos. Los ancianos activos eran queridos, respetados e incluso temidos. Los ancianos seniles vivían mejor y no eran abandonados, pero llegado un cierto momento se les retiraba la propiedad y con ella el poder. Un día Varonio y Mujeria se fueron a dormir y el dios Tiempo volvió a hacer de las suyas.

Cuando se despertaron estaban en otra época y en otro lugar. Varonio y Mujeria vivían en una sociedad de agricultores. La concentración de personas en un territorio había aumentado considerablemente y la situación se hacía ingobernable. La tierra era propiedad del grupo y había que defenderla. La tierra era de Varonio, y Mujeria era respetada por las otras esposas jóvenes de Varonio. La religión dictaba las normas de convivencia y era especialmente dura con las mujeres a las que se responsabilizaba de los males y cuyas infidelidades se castigaban con la muerte. Se formaron ejércitos para defenderse de las invasiones y para invadir y someter a los vecinos. La sociedad ya no estaba dividida en niños, jóvenes, adultos y ancianos. Aunque existían esos grupos de edad lo que predominaba en la clasificación de las personas era el nivel de riqueza. Varonio podía ser rey, soldado, comerciante, sabio, terrateniente, pobre o esclavo. Mujeria podía ser esposa de Varonio y pobre o esclava su estatus dependía del de su esposo o del de su familia si no estaba emancipada. Los varones, si eran libres, aprendían el oficio de sus padres o se hacían sacerdotes o soldados. Las mujeres, si eran libres, esperaban tener un buen esposo o, si eran esclavas, un buen amo. La calidad de vida de las personas ancianas activas dependía exclusivamente de su posición social anterior y las de las personas seniles de la actitud de su familia. Varonio y Mujeria vivían en una ciudad, tenían una tienda, pagaban impuestos y, aunque Varonio frecuentaba la casa de las meretrices, Mujeria se sentía afortunada porque, según lo que le contaban sus amigas, había maridos mucho peores que el suyo. Un día Varonio y Mujeria se fueron a dormir y el dios Tiempo volvió a hacer de las suyas.
Cuando se despertaron estaban en otra época y en otro lugar. Ahora vivían en Europa. Se había producido una Revolución Industrial y el mundo había cambiado de una forma brutal. Las herramientas de los artesanos no podían competir con las grandes máquinas y sistemas de producción y los grandes terratenientes habían cercado sus campos que serían cultivados con máquinas. Varonio trabajaba en una fábrica y cómo tenía sesenta años estaba preocupado. Sabía que si cometía un error o tenía un desvanecimiento sería despedido de su trabajo y con ello habría desaparecido su forma de subsistencia. Mujeria cuidaba su numerosa familia y también trabajaba fuera del hogar cuando las grandes empresas tenían mucha producción. El Estado quería familias numerosas para nutrir sus poderosos ejércitos y aumentar el producto interior bruto. Las familias querían tener muchos hijos porque la suma de los salarios de los hijos les permitía sobrevivir. La palabra anciano se había devaluado. Anciano significaba lo mismo que viejo, inútil para la producción. Los viejos eran expulsados de su trabajo. Varonio y Mujeria, por primera vez en su sueño, se avergonzaron de ser ancianos. Y SE ESCONDIERON EN UN ARMARIO. Ocultaban su edad y se apartaron de la vida activa. Un día se fueron a dormir muy tristes y el dios Tiempo intervino de nuevo.
Cuando despertaron estaban en otra época y en otro lugar. Había emergido otro dios que era conocido como Estado del Bienestar y que no era todopoderoso. Estado del Bienestar decía que la sociedad y los gobiernos tienen la obligación de ayudar a los ciudadanos en forma general y especialmente en los casos de necesidad, pero era hostigado por otro dios más poderoso que él y muy cruel que se llamaba Neoliberalismo. Varonio y Mujeria ya vivían en Andalucía y empezaron a vivir mejor. Aunque los habían echado de su trabajo porque habían cumplido la edad tabú, recibían una compensación económica por el esfuerzo realizado durante su vida, gracias a la cohesión social que preconizaba Estado del Bienestar, que también procuraba su atención sanitaria. Aunque persistían las diferencias de género Mujeria había recuperado los derechos que durante tantos milenios le habían sido negados y tanto ella como Varonio ya no le tenían tanto miedo al dios Tiempo. Algunos ya se daban cuenta de que no eran una carga para la sociedad y de que tenían derecho a vivir con dignidad. Pero la palabra ancianidad seguía siendo tabú. Estado del Bienestar usaba eufemismos para no utilizarla y hablaba de personas mayores, tercera edad y otro menos afortunado que se refería al envejecimiento y que conservaba la carga negativa de la palabra viejo. Mujeria y Varonio todavía andaban recelosos y seguían dentro del armario. Un día se fueron a dormir y el dios Tiempo esta vez se portó mejor con ellos.
Orozco, F. (2015)

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