Sinteo busca un dios
Sinteo había nacido en una sociedad que basaba sus relaciones humanas y su forma de vida en sus creencias religiosas. Los mandamientos religiosos constituían, de hecho, un código civil que regulaba la vida y la muerte. Sinteo había conocido muchos dioses. Tanto las sociedades simples como las complejas tenían los suyos propios. Unas eran politeístas y asignaban funciones diferenciadas a cada uno de sus dioses, y otras eran monoteístas y compendiaban todas las funciones y poderes en un dios único. Sinteo se dio cuenta de que para las distintas sociedades humanas los dioses eran bien sus propios ancestros bien sus creadores. Por supuesto los humanos decían estar hechos a imagen y semejanza de sus dioses, que tenían todas las propiedades y virtudes (en algunas culturas también los defectos) de los humanos, pero llevadas a su máxima expresión. Así, los dioses eran omniscientes, todopoderosos, omnipresentes, justicieros, bondadosos, generosos, etc., pero además eternos.