Dominantes y dominados


2.5.2 Dominantes y dominados
Nadie consigue el dominio absoluto y permanente. La situación de dominio siempre es inestable, el otro puede rebelarse para zafarse del dominio e imponer el suyo. El dominante puede a su vez ser dominado por otros. Estas circunstancias explican el permanente conflicto en las relaciones coexistenciales humanas que se expresa en las guerras, actos de resistencia social e intrigas por el poder.

Eugen Fink, en Los fenómenos fundamentales de la existencia humana, describe así la relación asimétrica con las instituciones:
Las instituciones, que se jactan de ser formas del espíritu objetivo, de ser gobernadores terrenales de poderes suprahumanos, ocupan por decirlo así el escenario de nuestra vida y convierten al individuo en una figura de su juego. Naturalmente sería falso, pretender ver en las instituciones [familia, iglesia, Estado] sólo instrumentos de poder de grupos, que deben ser desenmascarados sociológicamente. Cabe concebirlas más esencialmente, tanto en su necesidad, como también en su engaño. Sobre todo cada institución significa una “doctrina vital” fija, acabada, actúa como “carcasa”  que entrega al individuo una orientación  vital firme, vale decir, una ruta a seguir para el camino de la vida. Las instituciones proporcionan un sentimiento de amparo, pero también ocultan a través de sus interpretaciones vitales la originaria enigmaticidad de mundo y vida, y también ocultan de muchas maneras el fenómeno fundamental sobre el que ellas mismas descansan [el dominio]; velan sus orígenes, su procedencia desde la voluntad de poder, se disfrazan con autoidealizaciones. Y así exigen sobre todo fe, vasallaje, entrega, proporcionan seguridad para dirigir la vida, redención del suplicio de la pregunta. Ellas son una expresión de la autoctonía de la vida humana, una expresión de la tendencia a seguridad, tranquilidad, perseverancia. Todas las instituciones son, en cuanto tales, conservadoras, también un Estado que procede directamente de una revolución. La “permanente revolución” es para todas las instituciones la mayor atrocidad. (1995 : 17).

En facebook aparecen con frecuencia publicaciones sobre reivindicaciones feministas y algunas sobre guerras. Las relativas a intrigas por el poder se multiplican en épocas de campaña electoral.

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