Homo senior. El meta-Otro
1.2. El “meta-otro” de la edad
Nos encontramos así con un fenómeno interesante. Es comúnmente aceptado que el Otro de la edad es el anciano. El Otro es siempre el que se enfrenta a nuestra mismidad, a nuestro ego, a nuestra etnia, a nuestra nacionalidad, etc.; en el fondo, para los homínidos siempre ha sido el que compite con nosotros por los recursos escasos de nuestro entorno y para el Homo sapiens que vive en las sociedades complejas, ese Otro es el diferente que, además, casi siempre está en riesgo de exclusión social o excluido. Así, el anciano debe soportar calificativos casi siempre despectivos y vejatorios como: viejo, provecto, carcamal, abuelo, carroza, senil, vetusto y, en estos tiempos, persona mayor que ha sido empleada como palabra políticamente correcta (Ministerio de Sanidad Política Social e Igualdad, 2011). El resultado lógico de este rechazo social se manifiesta en un rechazo del anciano a su mismidad, es decir, él casi nunca se reconoce como anciano (el anciano es Otro), por lo que podríamos decir que se convierte en un meta-otro. Sirva de ejemplo que una informante me refirió cómo su padre, con más de setenta años, se negaba a seguir la recomendación de sus hijas para que fuera al Hogar del Pensionista diciendo: “allí no hay más que viejos”.
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