El sadomasoquismo en la interrelación dominio-amor

2.8.4.1 El sadomasoquismo en la interrelación dominio-amor
Un paradigma especial de la interrelación dominio-amor es el sadomasoquismo entendido no como juego sexual esporádico adoptado por dos personas sino como situación de dominación y sometimiento.

Aunque el modelo más repetido es el de varón-sádico frente a mujer-masoquista, cualquiera de los dos sexos puede adoptar ambas posiciones, tanto en una relación heterosexual como en una homosexual.

Lynn Chancer en su obra Sadomasochism in every day Lif. The Dynamics of Power and Powerlessness, afirma que, en su paradigma, en la relación entre las personas sádicas y  las masoquistas:

“[…] el significado del poder sexual y de la ausencia de poder afecta mucho más fundamentalmente al núcleo de las personas implicadas. Aunque sus anhelos de experiencias de dominación y subordinación se manifiestan a nivel sexual, no obstante transcienden el reino de la sexualidad per se. No se busca el sexo por sí mismo, quizá por variedad o novedad, o por simple satisfacción libidinal; sino que tanto sádicos como masoquistas persiguen un cierto reconocimiento y aceptación que va más allá, y probablemente se ha originado fuera del reino de lo erótico, aunque de alguna manera se haya emparejado con él” (2003, pág. 277).

La autora considera sádica a “la persona que obtiene placer al acceder a una posición de dominación” y que en la relación sadomasoquista es necesaria una persona masoquista que acepte ser rebajada y humillada y que disfrute garantizando el mayor poder del sádico. También que “la dinámica sadomasoquista se caracteriza por un mito ideológico de independencia por parte del sádico, cuando, en realidad, el sádico es incluso más dependiente del masoquista que el masoquista del sádico” (pág. 280).

La perversidad de este tipo de relación se manifiesta en la escalada en los retos impuestos por la persona sádica a la masoquista. En este apartado no cabe pensar únicamente en actos que producen dolor físico al masoquista ya que las peticiones pueden suponer realizar acciones que produzcan aversión a la persona sometida incluso fuera del ámbito de las relaciones sexuales. El sádico impondrá retos cada vez más difíciles de cumplir, ante los que espera una resistencia limitada, y el masoquista se verá obligado, para mantener la relación, a superar esos retos en un camino que puede llevar a su desintegración.

La insumisión de la persona sometida conduce a la dominante a una situación en la que tiene que optar entre buscar una nueva pareja masoquista o convertirse en sumisa de la que estaba sometiendo o de otra más dominante. Por su parte la persona masoquista puede cambiar de amo o convertirse en dominante. La situación más terrible se da cuando la persona sádica decide acabar con la vida de la masoquista.

No se puede descartar que los autores de actos de violencia sexista sean sádicos que no han encontrado una solución digna a su perversión mental. Si esto fuera así, sería exagerado atribuir a la sociedad patriarcal o a los “machos” en general, todas las muertes de mujeres a manos de sus parejas. No se puede cargar toda la culpa de un asesinato a un tipo de sociedad o a todos los componentes de un sexo. En la dinámica sadomasoquista podría encontrarse una de las razones de la inutilidad de las órdenes de alejamiento y de las pulseras de control.

En facebook existen numerosos comentarios y páginas dedicadas al sadomasoquismo, pero siempre es el aspecto lúdico-sexual el que se trata.

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