Cronoteo y su libertad

Cronoteo estaba, un día, parado frente a una luz roja que le “impedía” pasar. Él había salido a pasear porque le apetecía. Como vivía en una democracia liberal su libertad era sagrada y, en teoría, podía hacerlo. Pero aquella luz roja estaba limitando su libertad.
Se percató de que su día a día estaba repleto de recomendaciones, órdenes y mandamientos siempre acompañados de reprimendas, sanciones y hasta castigos eternos. Así que se preguntó: ¿soy libre? Buscó respuestas y encontró las siguientes:
  • Hace unos 10.000 años la Revolución agrícola neolítica favoreció el desarrollo de las religiones teístas. Esto supuso el sometimiento de la voluntad de los humanos a la de sacerdotes intolerantes y gobernantes investidos de autoridad divina y de la conducta a rígidas tradiciones.
  • La Revolución científica del siglo XVIII supuso el nacimiento de las “religiones” humanistas. Ahora con el relato liberal, las personas eran libres para pensar por sí mismas y su libertad era sagrada.
  • El humanismo socialista también reconoció la libertad del individuo pero supeditada a la colectividad, siguiendo el criterio de que no hay libertad sin igualdad.
  • El humanismo existencialista hizo un canto a la libertad del individuo que no puede eludir la responsabilidad por sus actos ya que no puede argumentar que “Dios lo quiere”.
  • El ideal laico también reconoció el valor de la libertad como condición indispensable para buscar la verdad y evitar el sufrimiento. Entre los dogmas laicos está la Declaración universal de los derechos humanos que, en su primer artículo, afirma que “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos” (ojo, no dice que son iguales, a secas).

Con lo sabido hasta aquí, Cronoteo se dio cuenta de que la libertad no es consustancial al humano sino algo concedido, o no, por la sociedad en la que vive. Siguió indagando y encontró lo siguiente:
  • Somos libres si nada nos impide actuar según nuestras creencias y deseos y si disponemos de los medios necesarios.
  • La libertad puede estar constreñida por graves límites o carencias económicas o laborales.
  • Distintas condiciones fisiológicas, como la niñez, la senectud o discapacidades suponen una limitación de la capacidad de acción.

Visto esto, Cronoteo pensó que es imposible disponer de total libertad porque:
  • Todas las sociedades imponen normas, leyes y costumbres que la limitan para evitar conflictos, facilitar la convivencia y permitir la supervivencia.
  •  Los distintos niveles de estatus llevan aparejados distintos niveles de libertad.
  • La “opción” es la facultad de elegir entre distintas alternativas o ninguna de ellas y para ejercer la libertad es indispensable que haya opciones.
  • Si no existen opciones no hay libertad (la muerte es el fin de la libertad) y el nivel de libertad se puede medir por la cantidad de opciones disponibles.
  • En el caso de tomar decisiones colectivas es necesario elegir entre grado de eficiencia y nivel de libertad. Puede darse el caso de se tenga que renunciar a una de las condiciones.

Cronoteo pensó: “Queda claro que nunca tendré libertad total y que la libertad depende de la ideología dominante en mi sociedad. También que mi nivel de libertad será siempre menor que el deseado por mí” Y añadió: “Vale, pero ¿qué pasa con mi libre albedrío?
  •   Los seres humanos son libres para escoger entre varias opciones, pero no son libres para escoger lo que quieren desear (una persona heterosexual, por ejemplo, no puede escoger desear a una persona de su mismo sexo).
  •  Las elecciones y decisiones son el resultado de la interacción de miles de millones de neuronas que intercambian señales bioquímicas que no son ajenas a la culturización y al estado de ánimo del momento, producido por distintas hormonas, y todo ello bajo la influencia del propio ADN.
  • Los sentimientos y deseos no están basados en la intuición o en la libertad sino en los rapidísimos cálculos que se realizan en el cerebro sin que el individuo se percate de ello.
  •  La infotecnología puede influir en esos cálculos hasta el punto de tomar decisiones por el individuo y cambiar su pensamiento.
  • La biotecnología puede ampliar, reducir o anular la libertad.
  • Si aceptamos la teoría de la evolución, nos damos cuenta de que Homo sapiens no ha evolucionado haciendo uso de su supuesta libertad.

Cronoteo estaba tan absorto que no se daba cuenta del estrepitoso sonido que producían otros individuos. La luz ahora tenía el color verde y era él mismo quien coartaba la libertad de los que iban en su misma dirección. Otra luz que antes era verde había mutado a rojo y privaba de libertad a otros.

Mientras empezaba a avanzar, pensó que sin las limitaciones que imponían las luces nadie hubiera podido pasar. Estaba claro que el exceso de libertad produce desorden pero, en ocasiones, el desorden es un elemento necesario en los procesos de creación e invención.

Cronoteo concluyó que ni siquiera contaba con libertad total de pensamiento y que el único ente totalmente libre era Azar, su dios más temido y también el más poderoso.

Otro día te contaré lo que opinaba Cronoteo sobre la igualdad.

Comentarios

Entradas populares

Cultura según Tylor

Cultura: definición de Harris basada en la de Tylor

Cultura según Murdock