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Mostrando entradas de diciembre, 2016

El amor en la cultura

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2.6.3 El amor en la cultura Las relaciones en la estructura familiar, salvo la de la madre con su hijo, están indeterminadas genéticamente. Por eso la cultura, cada cultura, prescribe la forma de esas relaciones, que son el objeto de estudio de la Antropología del parentesco. No obstante, hay un rasgo cultural universal que es la prohibición del incesto (aunque su significado varía con las culturas). El ser humano existe como integrante de un grupo o sociedad (co-existe) y su reproducción es la reproducción de esa sociedad que debe tomar medidas que garanticen su perdurabilidad. Así, algo tan personal, tan íntimo, como la sexualidad y las relaciones sexuales son objeto de regulación legislativa, social y religiosa. A modo de ejemplo citaré algunos elementos de los distintos tipos de cultura: Cultura técnica : Cunas, chupetes, biberones, anticonceptivos, juguetes eróticos, etc. Cultura ideal : Antropología del parentesco, Antropología de la sexualidad, El Kamasutra, Ginecol

Rasgos esenciales del amor

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2.6.2 Rasgos esenciales del amor El ser humano no es ajeno a la “pulsión” que lleva a todos los animales a aparearse. Este instinto permanece a través de las generaciones como un impulso de “permanencia” por tiempo indefinido, como un anhelo de alcanzar la inmortalidad. Pero el amor humano es también amor a los hijos y a su descendencia en los que se materializa la transmisión de los genes y de la propiedad material e intelectual. Fink  expone así la humanidad del amor: El amor humano es “pulsión” y acto consciente. El animal se queda en la “pulsión”. No vive “comprensivamente y con sentido los procesos generativos”.  El dios no puede amar, “porque en sí mismo (como se afirma de él) es la plenitud misma del ser, porque nada le falta, nada queda afuera, nada le es sustraído” (1995 [1979], pág. 209). A pesar de lo expresado por Fink, son numerosas y frecuentes las publicaciones en facebook en las que se hace referencia al amor de Dios hacia los seres humanos y de animales

Necesidad del amor

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2.6.1 Necesidad del amor Fink afirma que mujeres y varones viven como mitades incompletas que consiguen en el amor su “completitud” (1995 [1979], pág. 265). La perpetuación de la especie requiere de la perdurabilidad de los procesos de procreación y nacimiento que supone un modo terrenal de la “inmortalidad de los mortales”  (1995 [1979], pág. 216). Todo grupo humano ha necesitado, a través de los tiempos, de la reproducción para aumentar el número de sus componentes y ser más fuerte frente a otros grupos en competencia. Este hecho puede encontrarse en el origen de la homofobia, tan frecuente en las culturas del Libro. Richard Dawkins en su obra El gen egoísta afirma que somos máquinas creadas por genes, al igual que todos los animales (1989 [1976), pág. 10). La supervivencia de esos genes (y con ellos de la especie humana) depende de las relaciones heterosexuales. Se puede afirmar que sin procreación no hay evolución ni cultura ya que supone el fin de la especie

El amor como fenómeno

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2.6 Amor Fink se refiere al amor como Eros, es decir, principio de la reproducción humana y como: “presuposición inherente al ser de todos los seres humanos, la gran ilusión de todos los corazones, la pasión más fuerte y la más elevada transfiguración, la más extrema profundidad de alegría y pena al mismo tiempo.” (1995:269). El fenómeno considerado aquí se corresponde con la primera acepción de la palabra amor contemplada en el Diccionario de la lengua española de la Real academia española: “Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser”; pero matizado en el sentido de que el otro ser es del sexo opuesto, ya que Fink se refiere al fenómeno que hace inmortal a la especie humana Otras expresiones utilizadas para referirse a este fenómeno como: apego, afecto, amistad, aprecio, cariño, deseo, etc. deben entenderse como epifenómenos del fenómeno aquí estudiado (amor reproductivo), es decir,